En mi planeta, el dominó ha sido y sigue siendo el juego de mesa más popular:
Juego que se hace con veintiocho fichas rectangulares, generalmente blancas por la cara y oscuras por el envés, con aquella dividida en dos cuadrados cada uno de los cuales lleva marcados de uno a seis puntos o no lleva ninguno
Así dice el Tomo I de la Enciclopedia Espasa-Calpe, sa. Madrid 1035 (tercera edición).
Pero nosotros los latinos, que gustamos de hacer más complicadas las cosas, le agregamos hasta completar cincuenta y cinco fichas en total, donde reina el temido, indeseado, odiado y a veces amado doble nueve.
Recordando a papá Manolo, asturiano-cubanizado, amante apasionado de este juego, que ostentó orgulloso durante varios años un cinto, con una amplia hebilla de plata y esmalte que decía campeón, y que en los primeros años posteriores al cincuenta y nueve la vendió, quien sabe por qué miserable suma de dinero, para poder llevar alimento a nuestra mesa, allá por los años setenta, cuando a duras penas se lograba hacer una comida al día. Todo esto me llevó a pensar que nuestro país quedó, por obra y gracia de una utopía personal, convertido en un símil de este juego:
Doble moral: Se expresa en público justamente lo contrario a lo que realmente se piensa y comenta a puertas cerradas.
Doble moneda: Una, con que pagan nuestros magros salarios y jubilaciones, que apenas tiene valor y otra, que aunque solo sirve en el territorio nacional, al menos alcanza para adquirir la mayoría de los artículos de primera necesidad, y que debes conseguir a cuenta y riesgo propio.
Doble salud: Una muy precaria y carente de recursos, que es la que se ofrece a la población. Otra más especializada, con amplia gama de medicamentos y mejores instalaciones para los dirigentes y extranjeros.
Doble educación: Una muy deficiente, con escuelas en mal estado y profesores mayoritariamente improvisados. Y otra, con muy buenas condiciones y profesores calificados, para disfrute del cuerpo diplomático y muy pocos cubanos privilegiados.
Doble mercado: Uno, con poca variedad de productos y con precios extraordinariamente inflados (más del 250% del costo), ya sea en pesos corrientes o en los llamados CUC.
Y otro que favorece solo a diplomáticos y altos dirigentes, con ofertas más variadas y mejores precios.
Doble ley migratoria: Una, draconiana y violatoria de los derechos humanos, que es la que se aplica a la población en general y otra, más expedita y económica, que favorece solo a dirigentes y altos funcionarios.
Doble abastecimiento: Casi nulo para los mercados populares, y otro que se brinda a domicilio y en tiempo record, para la elite gobernante y funcionarios escogidos.
Doble Justicia: La sorprendentemente cruel, aparatosa y mediática que se aplica a los ciudadanos que violen la ley, y otra callada, casi secreta y menos agresiva, que se aplica a los funcionarios que han cometido delitos contra la economía.
Doble información: Una, que es la que se transmite a la población a través de todos los medios oficialistas y otra, las antenas y la Internet, muy perseguidas, a la que solo tienen acceso unos pocos privilegiados.
Como ven, existen varios dobles. Ahora solo hay que fijarse bien en la mesa, calcular cuantas fichas quedan por salir y sobretodo, tratar de adivinar quien es el que está agachado con el doble nueve, pues en cualquier momento lo saca y ¡se tranca el juego!
Como les decía, esta puede ser la ficha mas incómoda y sorprendente, de este otro torcido entretenimiento.
Me parecen excelentes las similitudes de los Dobles y, hasta en el des-gobierno hay también un Doble, al aparecer imperecedero: dos hermanos que han destrozado todo, TODO, de aquella República hermosa – aunque imperfecta – de los años 50.
Me gustaría que le cambiaran el nombre de Cuba por República del Doble-Doble.
Rebeca se le quedó la “doble vara”, lo ancho para mi y lo estrecho, ¡ah!, no se puede medir porque por lo estrecho no cabe.
Excelente su artículo.