Locura en el barrio.

Ayer fue día de cobro de jubilados, y de trabajadores activos que cobran por tarjeta magnética. El deambular de un lado a otro de las personas de distintas edades, en busca de una Cadeca (Caja de Cambio), de un Banco donde no hubiera largas colas (filas) ó de un Cajero Automático que funcionara, suscitó disgustos y algunos comentarios calientes entre los vecinos de nuestra barriada. Es de notar que los pagos de las jubilaciones ya desde hace algún tiempo no se realizan a fin de mes como era costumbre. Un buen día de golpe y porrazo, los cambiaron para los primeros días del siguiente mes, trayendo como consecuencia que la agonía de estar sin un centavo, se extienda por tanto, un par de días más.

Pero este no es el caso de la vecina mía, que aún esta activa, y cobra por tarjeta magnética. Estaba muy necesitada al igual que la inmensa mayoría de las personas en cobrar, más aún porque ella debía hacer un pago cuyo plazo vencía. Salio en busca de un cajero automático y allí comenzó su odisea. El del Ministerio de Transporte estaba roto, el de la Cadeca, estaba sin efectivo, igual pasó con el del banco del Ministerio de la Agricultura, en fin, recorrió todos los cajeros y bancos del barrio, y no pudo cobrar en ninguno, pues el único que estaba funcionando, porque tenía fondos depositados gozaba de una larga fila, que por demás no avanzaba. Ella se sumó a la misma y fue entonces cuando escuchó una conversación entre dos personas. Una, muy mayor le decía a un joven: Yo no sé que está sucediendo, acabo de pasar por el agro de la EJT (Ejército Juvenil del Trabajo) y no hay nada, tampoco en el de Tulipán, sin embargo, los particulares en sus carretillas tienen de todo, ¡cómo es que el Estado no es capaz de abastecer sus agros y los particulares si! El joven, sin alterarse, le contestó: Señora, usted misma acaba de responderse, porque el Estado, como usted bien ha dicho, no es capaz, al menos eso es lo que ha demostrado hasta ahora. La señora, sin replicar, se movió en la cola para alejarse un poco del joven. Mientras el resto continuaba quejándose de lo lenta que avanzaba la misma. Finalmente mi vecina, protestando la abandonó sin poder lograr su objetivo, marchándose a casa frustrada e indignada, por usar la palabra que está tan de moda.

Nota: La foto la tuve que hacer de lejos, porque el custodio de la Cadeca de Panorama y Tulipán no me permitió acercarme cámara en mano, me dijo que no se podía hacer fotos ahí, yo le dije que me mostrara un documeto de la prohibición y me contestó que no existía, pero que estaba prohibido.