El Niño y el Viejo

El Niño y el Viejo.

Aquí en mi planeta Cuba, la falta de productos en los mercados agrícolas, el desabastecimiento en las tiendas de la mal llamada moneda nacional, así como en las de recaudación de divisas, el desplome de edificaciones con acumulación de años en mal estado y sin mantenimiento, la tupición de alcantarillas y tragantes, el derrame de basuras no recogidas a tiempo y arrastradas por los aguaceros, con sus consecuentes inundaciones, los salarios y jubilaciones que apenas alcanzan para cubrir las más precarias necesidades del individuo, son desastres imputados al imperialismo y ahora, más recientemente, al fenómeno del Niño.

Es cierto que este fenómeno climático ha traído graves consecuencias en muchos países, donde existen poblaciones pobres con precarias viviendas. Pero no es menos cierto que en ciudades como La Habana, donde su trazado urbanístico y la arquitectura son motivos aún de admiración por muchos países desarrollados, todas estas consecuencias que hoy estamos padeciendo, no se deben solo a las travesuras del Niño, sino a la mala administración e indiferencia del Viejo.

Mientras el decadente y viejo sistema continúe sin tomar medidas esenciales para el buen mantenimiento de calles, alcantarillas y viviendas, exista un Poder Popular que nada puede y el gobierno de la isla continúe atrincherado en sus obsoletas ideas, sin propiciar los cambios políticos, económicos y sociales esenciales, seguirá la población cubana sufriendo los embates y consecuencias de estos dos fenómenos: el climático y el gobernativo.