Kafka’s shopping.

Ayer, ante una nueva frustración por no habernos podido conectar en Internet, mi amiga y yo decidimos hacer un recorrido por las tiendas de la zona. Ella necesitaba una llave de agua para su cocina, y yo no llevaba dinero, así que solo iba a mirar.

Llegamos al complejo de tiendas de 5ta y 42, nombre con el que se le conoce. Fuimos de inmediato a la ferretería y vimos las escasas ofertas exhibidas en las vidrieras. Entre ellas hubo una que llamó la atención de mi amiga: una llave de tiro rápido, bastante aceptable y rebajada de 11 a 4 CUC. Se ajustaba a su magro presupuesto, por lo que se dispuso de inmediato a llamar al vendedor, para que se la mostrara. Al comentarle sobre la oferta de precio, éste le respondió que la llave tenía un defecto, que goteaba. Entonces mi amiga la rechazó y le comentó que, precisamente buscaba una porque la suya también goteaba y ella quería solucionar el problema.

Después registramos los demás departamentos, todos tan escasos de mercancías que daba la impresión de que se había producido un gran robo, cosa ésta que comentamos con una de las empleadas, que nos viró la cara por respuesta. Aquello parecía, más bien, un set para filmar San Nicolás del Peladero. Seguimos fisgoneando y llegamos al departamento de mercería, donde suelo comprar habitualmente algunos de los materiales para mis trabajos.

De pronto descubro en una de las vidrieras de exhibición, un flamante pedal para máquina de coser eléctrica, y como justamente yo había comprado la mía allí hace ya unos años, me dio alegría pensar que aún quedaban estos repuestos. También este estaba rebajado de precio. La tarjeta que marcaba 11.45 CUC estaba rayada y decía 7.95 CUC. Qué bien, pensé, lástima que no traje dinero, pero la semana próxima cuando vuelva por estos lares lo compraré.

Llegué a casa toda sofocada por el inmenso calor de la calle y la demora de las guaguas, y corrí directo al baño a lavarme cara y manos y cambiarme de ropa, por algo más fresco. Cuando le comenté a mi esposo lo del pedal eléctrico y la rebaja de precio, me dijo, vuelve a arreglarte, pues creo que debemos ir ahora, porque si quedan solamente unos pocos o solo ese que está en la vidriera, éste es el momento de comprarlo.

Llegamos a la tienda y, cuando le pedí a la empleada que me mostrara el pedal que estaba rebajado, pues lo quería comprar, ésta sin inmutarse me dijo: “si está rebajado es porque está roto y no funciona”. ¿Cómo es posible-le dije- que ustedes pongan en la vidriera, a la venta, un artículo que no sirve, además a semejante precio y en divisa?, La mercancía inservible, sencillamente no se saca a la venta bajo ningún concepto, es engañar al público, es inmoral hacerlo, esto es absolutamente kafkiano-agregué. Ella se mantuvo en silencio, pues me conoce como clienta, y nosotros salimos de allí como almas que se lleva el diablo.

Lamentablemente este no es un hecho aislado, suele suceder con increíble frecuencia, siendo casi una práctica habitual, vender artículos muy dañados o inservibles en sus funciones para las que fueron diseñados, con unas rebajas de precio que más que un atentado al bolsillo del cliente, es una absoluta falta de respeto al mismo.