Un recorrido por mi barrio.

 

 

 

 

4 Cine Acapulco 1Aceras cocodrilo 2 Basurero y aguas albañales 5Qué coño pasó

Mi barrio, El Nuevo Vedado, fue uno de los últimos  en urbanizarse en los años cincuenta. Prometía ser de los más modernos y bellos, con sus bien diseñados edificios familiares de dos y tres plantas y otros grandes y modernos para alquilar,asícomo sus hermosas residencias, algunas modestas y otras  mostrando un derroche de buen gusto y diseño arquitectónico, donde se lucieron los arquitectos Porro, Cristófol, Miguel Gutierrez  y Frank martínez por solo nombrar algunos. Su magnífico parque Acapulco, así como  sus amplias calles aceras y avenidas.

La Avenida 26,  y la Avenida  Kohly, lucían  respectivamente, unos preciosos parterressembrados de adelfas rosas y blancas. Su hermoso y moderno cine Acapulco, uno de los más confortables de la ciudad, donde  todas las semanas se estrenaban los últimos filmes extranjeros.

Hoy, en mi breve recorrido desde 26 y 41, hasta 26 y 17, en busca de un tinte para elcabello, que finalmente no encontré en ninguna de sus desabastecidas tiendas, lasimágenes observadas a mi paso, solo me brindaron preocupación y tristeza.

 

 

Desidia

Desidia.

Otra vez ayer, a una gran zona del Nuevo Vedado, le cortaron el fluido eléctrico durante casi once horas, para reponer postes en mal estado. Creo que finalmente cambiaron cuatro. Realmente una proeza. En consecuencia, las tiendas recaudadoras de divisas de nuestro barrio, la mayoría, permanecieron cerradas durante el tiempo que duró el camuflado apagón. Por ende, lo que necesitaras adquirir, tenías que ir a buscarlo bastante lejos de tu casa.

Hoy había electricidad, pero la tienda La Mariposa nuevamente permaneció cerrada durante más de dos horas, porque era día de fumigación. Resulta desconcertante ver a todos los empleados de dicho establecimiento sentados en el parque, esperando pacientemente a que desaparezca el humo del petróleo quemado que usan para estos fines, para reabrir la tienda. Esto puede tardar dos horas.

Seguí caminando en busca de uno de los dos hotelitos que hay en el barrio. Estos fueron construidos con el fin de alojar, para su recuperación post operatoria, a los pacientes que venían de los países del Alba para ser atendidos aquí, así como a sus familiares. Al haberse interrumpido este intercambio, han quedado como modestos hoteles, donde generalmente se albergan deportistas. En sus instalaciones existen tiendas pequeñas, pero bastante bien abastecidas.

Llegué a la tienda del Hotel Tulipán, faltando casi un cuarto de hora para las diez, que es el horario de apertura de la misma. Para esperar, decidí ir a la cafetería a tomarme un café. El dependiente, excusándose me dijo que solo le quedaban dos tacitas y estaban ocupadas ya en una mesa, por lo que me lo debía servir en un vasito de cartón, si yo estaba de acuerdo. Le dije que si, y le pregunté qué había pasado con las tazas, siendo este un hotel relativamente nuevo. El problema, me dijo, es que hace ya varios días se ha elevado la solicitud, pero aún la empresa no ha respondido. Esa es la diferencia con los particulares, le contesté, pues ya el dueño hubiera ido a comprar más tazas, antes que se acabaran las existentes.

Finalmente regresé a la tiendecita, ya eran las diez y cuarto y aún no abrían, a pesar de que a través del cristal los dos empleados nos veían esperando. Ya éramos más de cinco personas. Entonces llegó un suministrador y la empleada abrió la puerta de cristal para saludarlo, sin mirarnos ni decirnos nada. Un joven que también esperaba y se notaba tenía prisa, le preguntó por qué no acababan de abrir y ella, sin mirarlo siquiera, le contestó que la calculadora estaba rota.

Seguí mi camino y pasé por un kiosco de ventas también en divisas, y quise comprar una caja grande de jugo para llevarle a una amiga enferma. El empleado, cuando saqué para pagarle con un billete de veinte, me dijo tranquilamente que regresara más tarde, porque no tenía cambio para eso.

Llegué a mi casa perpleja y frustrada, al no haber podido conseguir nada de lo que necesitaba, pensando que este país no requiere de un huracán ni de un bloqueo que lo destruya: la desidia hace rato se está encargan do de ello.