Aquí en mi planeta, el gobierno ha usado la palabra “avispero” para nombrar a los grupos de estudiantes de todos los niveles, cuyas clases fueron suspendidas, para que se vieran obligados a participar en los actos de protesta organizados contra el mal llamado bloqueo, amenizados con grupos musicales y de teatro, montando todo un circo para estimularlos a asistir y mostrar ante las cámaras rostros con sonrisas y alegría, apoyando al régimen y rechazando a EEUU, país con el que todos sueñan.
Sin embargo, “avispero” también podríamos llamar a las terribles colas que se forman en las paradas de los ómnibus, donde puedes permanecer hasta casi una hora, intentando subirte al mismo, si es que el chofer decide conducirlo hasta la parada y no pasar de largo sin siquiera decir adiós.
Desde luego, no es culpa de los choferes que estos ómnibus tengan que cargar casi con el triple de sobrepeso para los que fueron diseñados, además de enfrentarse a los baches, huecos de alcantarillas y enormes pliegues de asfalto acumulado, que convierten calles y avenidas en pequeñas “montañas rusas”.
También podríamos denominar “avisperos” a esas tremendas colas que se formas en los alrededores de las panaderías estatales, en busca del preciado y único pan de 80 gramos por persona de la decadente libreta de abastecimientos. O de las que se forman en esas casuchas metálicas oxidadas y abandonadas, que una vez fueron reconocidas como puestos de venta de productos del mar, donde lo que más se vende y llega con regularidad, son unas mal llamadas croquetas criollas, popularmente conocidas como de “ave… averigua de qué son”, el producto más consumido por el ciudadano de a pie, que no cuenta con más ingresos que el de su miserable salario.
En fin, ese mismo mal llamado “avispero” de estudiantes protestando contra el embargo de EEUU impuesto a nuestro gobierno, terminará siendo un verdadero avispero frente a las puertas de los consulados de las Embajadas de EEUU, Canadá, España, Italia, Ecuador, con el fin de tratar de conseguir visas para “largarse”, aunque les duelan todavía las cuerdas vocales de estar profiriendo gritos en los mítines organizados contra el capitalismo, con el que sueñan ”chocar” lo antes posible.